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Mis cartas llegaron a:

lunes, 19 de diciembre de 2011

Lo dejaría todo por que te quedaras.

Mírame a los ojos y dime lo que sientes. Mírame, tomate tu tiempo. O mejor no, no te lo tomes, no tengo tiempo necesito tu respuesta ya, ipso facto. Mírame, mira mis ojos marrones, déjame ver los tuyos, déjame bucear tu mirada y tú puedes hundirte en la mía. Pero respóndeme, no me dejes vacilando. Qué bien se te da, se te da bien y lo sabes en parte por eso eres especial. Tienes cualidades, no alardeas de ello pero sabes que están ahí, dispuestas a saltar en cualquier momento. Dispuestas a sorprender al mundo entero. Porque eres increíble, nunca pensé en encontrar una persona así. Jamás pensé que podía llegar a existir, pero en cambio aquí estamos. Tirados en tu cama, dudando de nuestro amor, como siempre. Somos idiotas, ¿no crees? Yo lo creo. Pero es que a veces me confundes, me haces dudar de ti. Pero esa es otra de tus cualidades. ¿No?
Buscaron excusas, pusieron tierra de por medio, regalaron caricias a extraños, apartaron la mirada, fingieron haberse olvidado. Pero entonces un buen día, con un beso en la mejilla (de esos que se dan por cortesía) todos sus esfuerzos naufragaron. Y las excusas se convirtieron en razones, la distancia en cercanía, las caricias pasaron a ser un monopolio, sus ojos se reencontraron, y el olvido olvidó que hubo un día en que trataron de olvidarse (aunque, lo cierto es, que nunca lo lograron).

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