Páginas

Mis cartas llegaron a:

martes, 10 de enero de 2017

Mañana es mejor.

Me encanta jugar a la salvadora, aunque creo que no termino de entender las reglas. 
Todo empezó gris, oscuro, frío. Te devolví la luz, o eso decías. Fuimos calma, fuimos fuego. Fuimos risas y llantos y también fuimos parte de un tiempo efímero de complicidad.

Y empecé a saberlo, aunque fingía que no. Ni siquiera me gustaba pensarlo: imaginarlo significaba ser plenamente consciente de las dimensiones de tu hastío. Estabas nuevamente distante, apagado, gris. Igual a cuando todo empezó. Estabas lejos incluso de los amaneceres más íntimos. Irónicamente, sentí que podía ser parte de la solución, cuando era parte del problema. Creí poder ayudarte a recuperar el sol; era parte de todo aquello que atormentaba tu cerebro.

Entonces te fuiste. Tomaste coraje y escupiste tres palabras apuradas, que pedían un perdón tembloroso pero se mantenían firmes en su decisión de partir. Y mi primera reacción fue reírme. Reír, como el mayor pesimista al descubrir que sus malos augurios eran reales, tangibles, palpables. Reír como acto reflejo al descubrir que las sospechas eran verídicas y que el haber querido ocultarlas no había servido de colchón para camuflar el dolor. Pero no reí. Lloré desconsoladamente- Lloré porque entendí que dejarme era tu forma de estar un poco mejor, pero nunca iba a ser la mía. Entendí que estabas mejor sin mi que conmigo, pero yo no lo estaba. Entendí que estaba total y completamente enamorada de un muerto en vida, de un eco efímero del tiempo cálido.

En mis días hubo y habrá más llantos y risas, pero todos cubiertos por un velo de neutralidad. Por ahora, cualquier atisbo de felicidad va a estar empañado por tu partida y por el inconmensurable miedo de que toda bonanza termina derrapando en mi mente, de que toda emoción fallece en este cuerpo plagado de muertes vivas.

Definitivamente, esta va a ser la última entrada del blog. En qué cabeza cabe usarlo para comunicar lo que mi garganta se niega a transmitir. 
No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que aguante.. Y lo mejor de todo, siempre espera adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario